El Síndrome de Asperger es una patología que afecta aproximadamente a dos de cada 10 000 niños, si bien es mucho más común en los varones, observándose que éstos tienen de tres a cuatro más probabilidades de desarrollar los síntomas que las hembras.
Las características esenciales del Síndrome de Asperger son: una alteración grave y persistente de la interacción social y el desarrollo de patrones comportamentales, intereses y actividades restringidas y repetitivas. Al contrario del autismo, el Síndrome de Asperger no presenta un retraso significativo del lenguaje ni en la capacidad de valerse por sí mismos.
Algo de historia de Historia
Este síndrome fue descrito en el año 1944 por el pediatra austriaco Hans Asperger, quien le dio seguimiento a los casos de cuatro niños que tenían dificultades para integrarse en su entorno social. Aunque su inteligencia parecía normal, estos niños no tenían habilidades comunicativas no verbales, no demostraban empatía por los demás y mostraban cierta torpeza física. Su forma de hablar era demasiado formal y presentaban un interés absorbente por un solo tema. En aquel momento a este trastorno se le denominó “psicopatía autista” y se concibió dentro de los trastornos de personalidad.
No obstante, no es hasta el 1981 que este trastorno llamó verdaderamente la atención de la comunidad científica, cuando la doctora Lorna Wing lo denominó Síndrome de Asperger. Sólo fue agregado al Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales en el año 1994.
Síntomas del Síndrome de Asperger
El síntoma más distintivo del Síndrome de Asperger es el interés obsesivo del niño por un objeto o tema único, de forma que excluye el resto de los intereses normales para su edad. De esta forma, estos pequeños llegan a convertirse en verdaderos expertos en un tema hasta el punto que llegan a parecer profesores en miniatura, también por la formalidad de su vocabulario.
En los niños con Síndrome de Asperger se aprecia una restricción significativa de los comportamientos no verbales como la expresión facial y el contacto ocular. También se nota una marcada incapacidad para desarrollar relaciones con sus coetáneos así como una ausencia de reciprocidad social o emocional.
A la misma vez, el niño con esta patología suele mostrar una adhesión inflexible a rutinas específicas que no cumplen ninguna función, presentan manierismos motores como sacudir o girar las manos y los dedos y una preocupación anormal y persistente por partes de algunos objetos. Estas particularidades son las que conllevan a confundir el diagnóstico del Síndrome de Asperger con el autismo, sobre todo si en éste último se ha conservado la inteligencia.
Aunque no se presenta un retraso significativo del lenguaje y otras habilidades cognitivas, el problema en la comunicación y la restricción de la esfera de intereses suele causar un deterioro importante en la actividad social de estos niños.
El Síndrome de Asperger suele manifestarse cuando el niño comienza la etapa preescolar, sobre todo a partir del retraso motor o una torpeza que no es característica de su edad. Luego, en la etapa escolar, comienzan a manifestarse las deficiencias en la interacción social. En la adultez estas personas pueden llevar una vida bastante normal (en dependencia de la severidad del trastorno), si bien el mismo continúa su curso continuo.
Las causas del Síndrome de Asperger
Los estudios más recientes que han abordado esta patología apuntan hacia la existencia de anormalidades cerebrales. Empleando las técnicas de imágenes cerebrales se han revelado diferencias estructurales y funcionales en regiones específicas del cerebro que podrían estar causadas por una migración anormal de células embriónicas durante el desarrollo fetal. Esto afectaría la estructura cerebral y el “cableado” y posteriormente provocaría un daño en los circuitos neurales responsables del pensamiento y el comportamiento.
Se conoce que existe una reducción de la actividad cerebral en el lóbulo frontal de las personas con Síndrome de Asperger así como niveles anormales de algunas proteínas específicas relacionadas con los comportamientos obsesivos y repetitivos.
También se hace referencia a un posible componente hereditario ya que en las personas son Síndrome de Asperger, los hijos suelen desarrollar algunas de estas características, si bien pueden ser menos acuciadas. Aún así, hasta el momento no se ha detectado un gen específico. De hecho, algunas teorías apuestan por la presencia de un grupo común de genes cuyas variaciones o supresiones hacen que la persona sea más vulnerable. Precisamente, esta combinación genética es la que determinaría la gravedad de los síntomas.
Tratamiento del Síndrome de Asperger
El tratamiento idóneo del Síndrome de Asperger sería una conjugación de terapias donde se aborden los tres síntomas esenciales del trastorno: escasas habilidades de comunicación, rutinas obsesivas o repetitivas y torpeza física. Aún así, no existe un camino preestablecido en el tratamiento y cada profesional deberá valorar cuál es la mejor estrategia para cada caso.
Aún así, el tratamiento más eficaz es aquel que construye, basándose en los intereses del niño, un programa predecible donde se le enseñan diferentes tareas que logren atraer su atención. Generalmente incluye:
- La capacitación en habilidades sociales, casi siempre a través de la terapia de grupo.
- La terapia conductual cognitiva dirigida a manejar las emociones y disminuir los intereses obsesivos y las rutinas repetitivas
- El uso de medicamentos para tratar patologías coexistentes como pueden ser la depresión o la ansiedad.
- La terapia ocupacional o física.
- La capacitación y apoyo para los padres en aras de enseñarles las técnicas más eficaces que deben emplear en el hogar.
Fuente: El Rincón de la Psicología
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