Perder la grasa abdominal y limitar los alimentos procesados y otras fuentes de fósforo dietético podría ayudar a reducir el riesgo de enfermedades renales, según un estudio reciente.
El fósforo se añade a muchos alimentos procesados para aumentar su sabor y alargar su periodo de consumo. Hay niveles altos de fósforo de forma natural en las proteínas animales, lácteas y vegetales, comentó el líder del estudio, el Dr. Alex Chang, de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore.
El estudio de casi 500 personas con sobrepeso u obesas que se habían inscrito a un programa para un estilo de vida saludable halló que reducir la cintura y el consumo de fósforo dietético se asoció con niveles más bajos de proteína en la orina (albuminuria), que es una señal temprana de enfermedad renal.
Después de seis meses, las cinturas de los participantes se redujeron un promedio de 4.3 centímetros (1.7 pulgadas) y experimentaron una reducción del 25 por ciento de la proteína en la orina.
Los investigadores también hallaron que una reducción de 314 miligramos en la excreción del fósforo resultó en una disminución del 11 por ciento en la proteína de la orina.
El estudio aparece en la edición de noviembre de la revista American Journal of Kidney Diseases.
Otros estudios han sugerido que perder peso puede ralentizar la progresión de las enfermedades renales, pero este es el primer estudio de investigación que respalda la pérdida de grasa abdominal y la limitación del consumo de fósforo como un modo posible de prevención de que aparezcan enfermedades renales en primer lugar, comentó el Dr. Joseph Vassalotti, director médico de la National Kidney Foundation, en un comunicado de prensa de la fundación.
"Una buena regla de oro es que si la comida viene en un paquete, probablemente tenga un nivel alto de fósforo", señaló. "Aproximadamente un 90 por ciento de los aditivos de fósforo son absorbidos por el cuerpo".
Para limitar el consumo de fósforo, busque las palabras "PHOS" en las etiquetas de los alimentos. Pero el fósforo no siempre aparece en las etiquetas de los alimentos, indicó Vassalotti, de modo que es necesario conocer las fuentes probables.
Entre éstas se encuentran:
• Los alimentos procesados como los refrescos de cola oscuros, los cereales y el agua con sabores.
• Los productos lácteos como el queso, la leche, la crema, el helado y el yogurt.
• Las proteínas de animales como los fiambres, las vísceras, los ablandadores de carne, las ostras y las sardinas.
• Los frijoles secos, las lentejas, los guisantes, los frutos secos y las semillas (incluyendo la mantequilla de maní y otras mantequillas de frutos secos), el cacao (incluyendo las bebidas basadas en el chocolate y los puddings).
FUENTE: National Kidney Foundation
No hay comentarios:
Publicar un comentario