Las píldoras de aceite de pescado y vitaminas B no protegerían de la depresión a los pacientes que tuvieron un infarto o un accidente cerebrovascular (ACV), según un nuevo estudio.
De hecho, los hombres que al azar tomaron aceite de pescado sufrieron de un aumento del riesgo de desarrollar síntomas depresivos.
Aun así, los autores advierten que aún se desconoce si eso se debería al aceite de pescado.
Por ahora, aseguran que no hay evidencia de que el aceite de pescado o las vitaminas B protejan de la depresión. Es más: se desconoce si las personas con enfermedad cardiovascular deberían tomar esos suplementos por algún motivo.
"En general, los suplementos alimentarios que estudiamos son sustancias activas que, cuando se las toman de manera prolongada y sin indicación médica, tendrían efectos negativos en la salud", dijo por e-mail la autora principal, Valentina A. Andreeva, de la Universidad de París.
El uso prolongado de los suplementos causaría efectos adversos en algunos pacientes, agregó.
Estudios previos habían determinado que las personas con depresión después de un infarto o un ACV tienden a evolucionar peor que aquellos sin depresión. Esto generó interés en hallar la manera de prevenir la depresión en esa población.
El aceite de pescado sería un buen candidato porque contiene ácidos grasos omega 3, que son beneficiosos para el corazón y, quizás, para el bienestar mental. Algo similar ocurriría, en teoría, con las vitaminas B.
Pero el equipo de Andreeva halló que la administración de los suplementos (de vitaminas B, aceite de pescado o ambos) no previno la aparición de los síntomas depresivos en cinco años.
Los resultados, publicados en American Journal of Clinical Nutrition, surgen de 2000 adultos de mediana edad y mayores que tuvieron un infarto, un ACV o dolor torácico grave por la obstrucción de las arterias cardíacas.
El equipo los dividió al azar en cuatro grupos: uno tomó una mezcla de folato (una vitamina B) y vitaminas B6 y B12 todos los días; otro ingirió cápsulas de aceite de pescado; el tercero consumió aceite de pescado y vitaminas B; y el cuarto recibió cápsulas de placebo (grupo control).
En los tres a cinco años siguientes, casi un tercio de los participantes desarrolló algunos síntomas depresivos, mientras que el 7 por ciento desarrolló depresión moderada a grave.
No surgieron indicios de que el riesgo fuera menor en los participantes tratados con las vitaminas B o el aceite de pescado que en el grupo control. Pero en los hombres, el grupo tratado con aceite de pescado fue un 28 por ciento más propenso a desarrollar algunos síntomas depresivos.
De todos modos, por ahora, los autores consideran que no habría motivo para que las personas con enfermedad cardíaca o que tuvieron un ACV consuman suplementos de aceite de pescado o vitaminas B.
Andreeva recordó que en estudios previos, su equipo tampoco había hallado que los suplementos disminuyeran el riesgo de padecer trastornos cardíacos o un ACV, ni tampoco el de desarrollar cáncer.
Fuente
American Journal of Clinical Nutrition
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