
El equipo de Rosenlund analizó datos de 2.500 niños de 8 años que habían participado en un estudio sueco más grande. Según los análisis de sangre de los niños y los cuestionarios que respondieron los padres, los autores hallaron que el 7 por ciento de los chicos tenía asma. En tanto, las tasas de rinitis alérgica y de prurito cutáneo se duplicaban. En promedio, los niños comían entre una y dos porciones de fruta y dos o tres porciones de vegetales por día.
A primera vista, su consumo pareció útil: los niños que más frutas comían tenían menos de dos tercios de posibilidades de desarrollar rinitis alérgica comparado con los menos comían. Las manzanas, las peras y las zanahorias fueron las más beneficiosas, según escribe el equipo en Journal of Allergy and Clinical Immunology. En tanto, no se observó la misma relación con el resto de las hortalizas.
Sin embargo, resultó que la mitad de los niños con rinitis alérgica era sensible al polen del abedul, que es uno de los más parecidos a las proteínas de las manzanas y las zanahorias. Y tras repetir el análisis, pero sin los 122 niños con síntomas de alergias alimentarias, la relación con la rinitis alérgica desapareció.
"Las frutas no protegerían contra las enfermedades alérgicas cuando se tienen en cuenta las modificaciones alimentarias", dijo Rosenlund. Para el equipo, se necesitan más estudios, en especial en otros países con distintos alergenos, que no pasen por alto cómo las alergias influyen en la dieta de los participantes. "Estudiar la dieta no es tan fácil cuando se trata de la relación con la alergias, ya que éstas tienen un patrón de enfermedad muy complejo", indicó Rosenlund.
Fuente
The Journal of Allergy and Clinical Immunology
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