Los adolescentes son el grupo de población entre 12 y 18 años, con unas preferencias alimentarias muy marcadas y, en cierta medida, bastante alejadas de los patrones dietéticos más saludables para esta franja de edad. La práctica común de aligerar las cenas (a base de ensaladas, o sólo fruta o yogur), la tendencia a picotear más que a ingerir una verdadera comida, la preferencia por la comida rápida, el inicio en el consumo de bebidas alcohólicas los fines de semana, etc., son algunos de los hábitos que conforman el día a día de la alimentación. Estas prácticas dietéticas insanas afectan a la sincronización de los ritmos circadianos y predisponen a los jóvenes a desarrollar desde edades tempranas problemas digestivos. Incluso, aumentan el riesgo de enfermedades crónicas, como las cardiovasculares y la obesidad.
En general, los adolescentes tienen unas preferencias alimentarias muy definidas: prefieren la carne más que el pescado, son ávidos consumidores de leche y derivados lácteos (yogures y postres como flanes y natillas), mientras que la ingesta de vegetales (ensaladas, verduras y frutas) es muy justa, sin alcanzar las cinco raciones diarias recomendadas.
Además, la presencia de alimentos integrales como el pan, los cereales, el arroz o la pasta, es muy escasa en los menús de estos jóvenes. A estas costumbres se suman otras tendencias marcadas por los horarios irregulares de las comidas, sobre todo los fines de semana, la ausencia de alguna de ellas -como el desayuno o la cena- y la ingesta de raciones exageradas de alimentos o de productos poco saludables. Entre otros aspectos que influyen en estas rutinas, destacan:
1) El precio de la comida rápida: el coste barato de la "fast food" y de los alimentos precocinados (pizzas, lasañas, croquetas, empanadillas, hamburguesas, perritos calientes y similares) y su disponibilidad casi en cualquier lugar y a cualquier hora, favorece que este tipo de comida resulte muy asequible y apetecible para los adolescentes.
2) Cenas frías y ligeras: la práctica común entre muchos adolescentes -más propio de las chicas- de tomar una cena ligera y fría a base de ensaladas, queso fresco, fruta o yogur con cereales puede explicar las molestias digestivas más comunes, como la hinchazón abdominal y el estreñimiento.
3) Picoteo de alimentos muy energéticos: los dulces, como la bollería y las chucherías, o los snacks salados combinados con los refrescos son el tentempié elegido en los encuentros entre adolescentes en el recreo, a media tarde o en los ratos de ocio durante los fines de semana.
Estos hábitos dietéticos irregulares afectan a la sincronización de numerosos ritmos circadianos, en particular, los relacionados con las funciones digestivas y metabólicas. A largo plazo, se altera la funcionalidad de órganos vitales como el páncreas, el hígado y el estómago. Estas situaciones predisponen a los jóvenes a desarrollar desde edades tempranas problemas digestivos e, incluso, aumenta el riesgo de enfermedades crónicas, como las cardiovasculares y la obesidad. El momento del día en que se tomen los alimentos y la frecuencia con que se consuman son claves para mantener una buena salud.
Fuente
Consumer. eroski
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