martes, 28 de septiembre de 2010

El VIH: El Virus que fue "creado" por el hombre

Quizás no fueron los trabajadores sexuales ni el crecimiento rápido de las ciudades lo que gatilló la pandemia de VIH, sino médicos bien intencionados que utilizaron agujas contaminadas durante la primera mitad del siglo XX.

A más de 90 años de la aparición del virus, dos estudios concluyen que las campañas para erradicar las enfermedades tropicales de Africa habrían colaborado en la diseminación del VIH en los seres humanos. "Este es un ejemplo de buenas intenciones que hacen daño", dijo el doctor Thomas Strickland, experto en enfermedades infecciosas de University of Maryland, en Baltimore, que no participó del estudio. "Esos médicos salvaban vidas. No sabían que además estaban instalando la pandemia de VIH".


El virus saltó de los chimpancés a los humanos, cuando el virus de inmunodeficiencia simia (VIS) se transformó en el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en Africa central a comienzos de los años '20. La hipótesis más probable es que un cazador se infectó por una mordedura o rasguño mientras buscaba carne para comer en la selva al oeste del Río Ubangui, en lo que hoy es República Democrática de Congo.


Lo que aún se debate es cómo una enfermedad de la sangre que infectó a uno o algunos individuos en una zona remota del mundo se pudo diseminar a más de 33 millones de personas y matar a 2 millones de ellas, según cifras hasta el 2008. Para responderlo, el doctor Jacques Pepin, de Universite de Sherbrooke, en Montreal, Canadá, viajó hasta Africa central tras los rastros de la diseminación de virus menos letales, como puentes del VIH, entre los habitantes que recordaban la época colonial.


Para uno de los dos estudios publicados este mes, el equipo de Pepin golpeó la puerta de las casas de decenas de habitantes de República Centroafricana para dar con adultos mayores que habían estado expuestos a la epidemia de tripanosomiasis africana en esa zona entre 1936 y 1950. Los autores les hicieron preguntas a más de 900 habitantes sobre si habían recibido o no tratamiento contra la enfermedad, que en ese momento era una cantidad de inyecciones difícil de olvidar. Además, les tomaron muestras de sangre.


Dado que los primeros infectados con el VIH ya no estaban vivos, Pepin decidió utilizar el virus no tan letal de la hepatitis C y otros virus de la sangre (virus linfotrópico 1 de las células T o HTLV-1), como modelos para conocer cómo los médicos coloniales franceses pudieron haber transmitido el VIH sin advertirlo. Los resultados fueron sorprendentes: si una persona había recibido tratamiento contra la tripanosomiasis africana antes de 1951, se triplicaban sus posibilidades de infectarse con el virus de la hepatitis C. Lo mismo ocurrió con el HTLV-1.


"Lo que sucedió es que, durante mucho tiempo, las agujas y las jeringas utilizadas para administrar los fármacos intravenosos no fueron descartables -dijo Pepin-. Hubo muchos pacientes para tan pocas jeringas, de modo que la esterilización de las agujas no era demasiado eficiente".


"Si uno de esos pacientes era portador del VIH hace 50 años, podemos asumir que transmitió el virus de la misma manera que hoy ocurre entre los consumidores de drogas intravenosas que comparten las jeringas". Eso, según Pepin, explicaría también por qué la cantidad de mayores de 65 años tratados por la tripanosomiasis africana era 6 veces más baja que lo que se esperaría históricamente: los mayores faltantes pudieron morir por sida, el debilitamiento inmunológico que causa el VIH.


"Ahora, las infecciones ocurren por transmisión sexual", recordó Strickland, autor del artículo editorial sobre el estudio publicado en Clinical Infectious Diseases. "Pero esa no es la vía más eficiente. Una persona puede tener relaciones heterosexuales 10 o 15 veces sin infectarse, pero si se inyecta con una aguja contaminada, el riesgo es altísimo", dijo.


El segundo estudio dirigido por Pepin demuestra que en Camerún, un estado vecino que también estuvo bajo el dominio francés, los brotes masivos de hepatitis C en la primera mitad del siglo XIX estuvieron asociados con el tratamiento de la malaria con quinina. Más de la mitad de cientos de adultos mayores estudiados tenían rastros en sangre de una infección previa con el virus de la hepatitis C.


"La vía de transmisión principal fue el tratamiento intravenoso contra la malaria -dijo Pepin-. Si unimos toda esta información, vemos que hubo una gran transmisión de virus a través de distintas intervenciones contra las enfermedades tropicales. Probablemente, el VIH fue transmitido de esa manera". Pero no todos los científicos creen en su explicación. "Es un estudio maravilloso sobre la hepatitis C, pero no estoy tan convencido de su aplicación para el VIH/VIS", dijo Michael Worobey, biólogo de University of Arizona, en Tucson, que estudia los orígenes del VIH.


Su versión adhiere a la línea tradicional del argumento científico: cuando la potencias colonialistas comenzaron a construir ciudades y ferrocarriles, los bosques originales se transformaron en ciudades densamente pobladas y prostitución, la combinación perfecta para las enfermedades de la sangre. Un cazador infectado llegó a una ciudad y encendió la epidemia de VIH como una chispa en un campo seco.


"Creo que un tren es un mejor medio de transporte que una aguja", dijo Worobey a Reuters Health. Para Pepin, ambos estudios no es excluyen. Las agujas contaminadas "tuvieron un papel clave y tan importante quizás como la prostitución", indicó.


Frederik Joelving

Fuente
Clinical Infectious Diseases

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