martes, 22 de marzo de 2011

Cuando respiramos mal al dormir

Las personas pasan una cuarta parte de su vida en la cama y el bienestar durante las horas de sueño es básico. Además de ocupar gran parte del día a día, un descanso deficiente puede provocar alteraciones importantes en la salud. Uno de los problemas más habituales son los ronquidos. Éste y otros trastornos del sueño aumentan de forma considerable en los países desarrollados, de la mano del envejecimiento de la población y el incremento de los casos de obesidad, entre otros factores.

Dormir solos aportaría al organismo 49 minutos adicionales de buen sueño cada noche, porque se calcula que las parejas que comparten cama tienen un 50% más de probabilidades de padecer diversos inconvenientes mientras duermen. Estos problemas están provocados, sobre todo, por el hecho de que la pareja ronque o sufra insomnio. Especialistas del sueño en la Universidad de Surrey (Reino Unido) revelan el motivo por el que muchas personas se desvelan por la noche con sensación de agotamiento.

Exceso de movimientos, ruidos de la cama, la lucha por los cojines o calor excesivo son motivos que alteran la calidad del sueño cuando se comparte el lecho. Pero la causa principal son los ronquidos, un aspecto que hace años se consideraba inocuo para quien lo sufría -no para quien lo padecía-, pero que en la actualidad ha tomado especial importancia porque afecta a la salud de ambos miembros de la pareja.

El número de afectados aumenta, además, junto con otros trastornos del sueño, como los trastornos del ritmo circadiano, la narcolepsia, el sonambulismo o el insomnio. Esto se debe al aumento de la población anciana, de los casos de obesidad y del consumo de alcohol, principales factores de riesgo para el desarrollo de estas afecciones.

Los molestos ronquidos

Los ronquidos se generan en la nariz y en la garganta por la vibración que se origina en el paladar suave al inspirar y espirar. Durante el sueño, los músculos que se encargan de mantener abiertas las vías respiratorias se relajan, por lo que se estrechan y vibran más hasta causar los molestos ruidos, que pueden alcanzar grados variables de volumen. Es involuntario y, según los expertos, no puede curarse, aunque sí controlarse. El alcohol o los fármacos para dormir ayudan a relajar los músculos y, por tanto, potencian esta situación.

El sobrepeso y la obesidad también ejercen más presión sobre las vías y favorecen el aumento de los movimientos vibratorios. Procesos gripales, resfriados, alergias, pólipos o lesiones nasales pueden estar de la misma manera implicados en los ronquidos, así como fumar, que provoca inflamación o bloqueo de los conductos respiratorios.

La afección causa una reducción en los niveles de oxígeno y un pequeño despertar para recuperar el ritmo normal, casi siempre inconsciente, hasta que ocurre el siguiente episodio. Esta falta de sueño continuo puede provocar somnolencia excesiva durante el día, trastornos respiratorios y cardiovasculares (reducción del nivel de oxígeno en sangre y taquicardia). La mala calidad de sueño, además, puede desembocar en problemas emocionales y alteraciones del comportamiento y en el rendimiento cognitivo.

Dormir las horas suficientes, de forma regular e intentar dormir de lado, además del cambio de hábitos, son algunos de los consejos ante situaciones leves. Aunque estas medidas ayudan a frenar su progresión, muchas personas necesitarán un tratamiento con un dispositivo de presión positiva continua (CPAP) para mantener las vías respiratorias abiertas, de manera que la respiración no se detenga durante el sueño y permita el descanso a los afectados. No obstante, algunas personas no lo toleran demasiado bien y abandonan el tratamiento en menos de un año. Los especialistas, sin embargo, aseguran que un adecuado control y un apoyo especializado, a menudo, ayudan a superar cualquier problema con su uso.

Fuente
Consumer eroski

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