Es ley de vida para todos y hay que estar preparados. Un día los hijos se independizan y dejan el hogar familiar. Los padres que han dedicado todas sus energías a su cuidado son más proclives a padecer el síndrome del nido vacío, un problema que se puede prevenir y superar con diferentes estrategias que recomiendan los psicólogos. Los sentimientos de soledad, tristeza y vacío que origina no duran para siempre si se siguen los consejos de los profesionales.
Este sentimiento de malestar y soledad nace en los padres cuando uno o más hijos se van de casa, ya sea para ir a estudiar a la universidad o para emanciparse. Afecta a quienes tienen hijos u otras personas a su cargo, como los tutores de menores, pero, sobre todo, a madres. Las personas que lo padecen suelen ser dependientes, han dedicado toda su vida a los hijos (como las amas de casa), se ven a sí mismas sin ningún objetivo, obligación o utilidad una vez que los hijos abandonan el hogar; tienen pocas aficiones y, por norma general, no trabajan fuera de casa.
Los sentimientos que afloran en los afectados son varios: se sienten solos, tristes, inútiles, angustiados y con cierto nivel de ansiedad. Pueden, incluso, padecer trastornos del sueño, como insomnio o frecuentes despertares nocturnos. Su autoestima se puede ver afectada y, en algunos casos, desarrollan síntomas asociados a la depresión, como la fatiga o la falta de concentración. Aunque las principales señales son psicológicas, también pueden experimentar algún tipo de somatización, como dolores de estómago, dificultades en la digestión o dolores de espalda.
Consejos para superarlo
Algunos estudios recientes sugieren que la calidad de la relación paterno-filial es crucial y que haber desarrollado y mantenido una buena relación entre padres e hijos ayuda a prevenir el problema, porque la transición (tras la marcha de los hijos) es más llevadera psicológicamente para los padres.
Otros expertos aconsejan a los padres que, además, se preparen para esa nueva etapa vital mientras sus hijos aún vivan en el hogar familiar. Esta preparación consiste en ampliar su red social o número de personas que uno tiene a su alrededor (por ejemplo, apuntándose a cursos), así como la calidad de sus relaciones (visitar con más frecuencia a amistades, asistir a fiestas, cumpleaños o bodas).
También aumentar el número de actividades de ocio y aficiones contribuye a prevenir el síndrome. Aquellos padres que practican deportes o están unidos a alguna asociación cultural hacen que su vida tenga un significado más, aparte del cuidado de los hijos, lo que les ayudaría a estar más preparados para su marcha.
El papel del psicólogo ante este síndrome consiste modificar las creencias y pensamientos equivocados de los afectados (la sensación de inutilidad, de que la vida ha perdido todo el sentido o de que no podrán aprender nuevas cosas ni ocupar su tiempo libre), así como ayudarlos a encarrilar la nueva etapa vital, sin hijos a su cargo, mediante algunos cambios.
Fuente
Consumer eroski
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