
El impacto medioambiental de las bolsas de plástico es enorme. Además de las grandes cantidades de energía que se precisan para su fabricación, están compuestas de sustancias derivadas del petróleo, que pueden tardar en degradarse más de medio siglo. La gran mayoría acaba siendo desechada sin control, contaminando tanto las ciudades como los ecosistemas naturales. En el mar su impacto puede ser letal para animales como tortugas, ballenas o delfines, que mueren tras ingerirlas. Asimismo, las bolsas serigrafiadas pueden contener residuos metálicos tóxicos.
Estados Unidos y la Unión Europea consumen el 80% de la producción mundial, aunque su generalización en los países en vías de desarrollo está agravando el problema. Por ello, cada vez son más los países que plantean diversas medidas. Además de reducir su uso, reutilizarlas, sustituirlas por otras de varios usos o fabricarlas con materiales biodegradables se presentan como soluciones posibles. En el Perú las empresas privadas están desarrollando la producción de bolsas biodegradables de manera responsable y altruísta.
Otras medidas

La prohibición de su uso es también otra medida que está empezando a ganar adeptos. China, que consume unos 3.000 millones de bolsas de plástico al día, ha prohibido las ultrafinas, siguiendo el ejemplo de países como Irlanda, Ruanda o Bangladesh. Italia aprobaba en 2007 una ley que prohibirá las bolsas de plástico no biodegradables a partir de 2010, aunque la Comisión Europea ha argumentado que contraviene la Directiva sobre Envases y Residuos de Envases.
En Estados Unidos, San Francisco es la primera ciudad de este país en prohibirlas, de manera progresiva, una idea que se están planteando en otras ciudades como Boston o Berkeley. En Los Ángeles se ha optado por sustituirlas por otras recicladas y biodegradables. Por su parte, en la localidad inglesa de Devon las han eliminado de los establecimientos comerciales y ofrecen en su lugar bolsas de papel o de tela.
Mirando al futuro
En definitiva, los consumidores son claves en este proceso, por lo que resulta fundamental adoptar costumbres como reducir en lo posible su uso, reutilizar las bolsas llevándolas plegadas para compras inesperadas, y mejor si son de tela, papel o materiales biodegradables. Asimismo, hay otras formas de transportar las compras, como cajas de cartón, cestas o carros.
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