sábado, 31 de octubre de 2009

La Adicción por los dulces


Hay quienes no necesitan ninguna excusa para comer dulces. Sienten una apetencia exagerada y desmesurada en cualquier momento, son incapaces de reprimirse y cada día se deleitan con el dulzor del chocolate, de un pastel o de un puñado de golosinas. Son personas que se enfrentan en muchos casos a un problema de adicción hacia estos alimentos.

El ser humano siente una predilección especial por el dulce. Es más, este vocablo no sólo se utiliza para describir un sabor, sino que se asocia con sensaciones agradables y placenteras, como la mención a la "dolce vita" o la alusión a "tener dulces sueños". Es el primer sabor con el que se entra en contacto gracias a la leche materna.

Se han realizado innumerables investigaciones para conocer distintos fenómenos asociados a este sabor, al consumo de azúcar, de dulces y de alimentos endulzados; también sobre la percepción diferente del dulzor entre seres humanos y su predisposición genética, los efectos saludables y las consecuencias perjudiciales. En una de estas pesquisas, científicos estadounidenses comprobaron que quienes sienten adicción por las dulzainas muestran también predilección por el consumo de frutas, alimentos dulces pero saludables.

Peor es el resultado del consumo frecuente y desmedido de bebidas azucaradas entre horas -tanto refrescos como zumos de fruta- y el aumento de peso entre los niños, que se puede mantener en la edad adulta. La causa parece ser la elevada concentración de azúcares y energía y su baja capacidad de saciedad, que favorece que quienes las toman no compensen este consumo con una ingesta posterior más ligera.

Una reciente investigación concluye que hay una variante genética para la percepción de la dulzura, que cambia según la etnia. Son los asiáticos y los africanos, en comparación con los europeos, que muestran una mayor preferencia. Es la primera vez que una diferencia genética semejante se ha sugerido para la percepción de la dulzura. En el estudio participaron 144 personas: 92 europeos, 37 asiáticos y 15 africanos. En él se analizó su sensibilidad a la sacarosa mediante la comparación de diferentes soluciones (varias concentraciones de azúcar diluida en agua) y se confirmaron diferencias de hasta un 16%.
Los estudios futuros intentarán explicar cómo la cuestión genética unida a un tipo de alimentación con una carga alta de azúcares contribuye al desarrollo de diversas enfermedades como la obesidad, la diabetes o la caries, asociadas al abuso de este tipo de alimentos.

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