miércoles, 7 de octubre de 2009

Las alergias y las frutas


Algumas veces hemos escuchado decir que las frutas verdes, ácidas o inmaduras son malas para el reumatismo, que comer las más dulces es peligroso si se sufre diabetes, que causan dolor de cabeza, favorecen la digestión o, como el melón, son indigestas si se toman de noche. Pero la realidad es que no se ha hallado información científica que avale tales aseveraciones.

En el secado industrial de las frutas se añaden a menudo aditivos conservantes derivados del azufre, conocidos como sulfitos ), para evitar que se resequen en exceso. El punto flaco de estos aditivos es que pueden provocar crisis de asma en individuos con esta enfermedad y reacciones alérgicas en personas hipersensibles.
Otros aditivos que pueden causar urticaria de contacto son los benzoatos. Son también conservantes y se distinguen con las siguientes denominaciones: ácido benzoico (E 210), benzoato sódico (E 211), benzoato potásico (E 212) y benzoato cálcico (E 213). Las personas sensibles al ácido acetilsalicílico, más conocido como "aspirina", tienen más probabilidad de manifestar sensibilidad a los benzoatos dada la semejanza en la estructura química de ambos compuestos.
Las frutas desecadas (higos, ciruelas, uvas pasas...), el plátano muy maduro y el aguacate (maní) contienen tiramina. Esta sustancia provoca constricción de los vasos sanguíneos, que puede ocasionar migraña en personas propensas. Desde hace años se investiga para dilucidar las causas de la potencial asociación entre alergia alimentaria y migraña. Esto puede explicar que muchas personas con alergias asocien el malestar tras el consumo de frutas más problemáticas, como fresas, kiwi, melocotón o albaricoque.

Las fresas y los kiwis, además de oxalatos, contienen salicilatos. Estos componentes causan en ocasiones a personas hipersensibles reacciones alérgicas (urticaria y otros síntomas como irritabilidad, nerviosismo). Las personas afectadas pueden manifestar también alergia al ácido acetilsalicílico. Los salicilatos son los conservantes naturales de las plantas, incluidas algunas frutas como las fresas y el kiwi; verduras y hortalizas como los tomates, los champiñones y los pimientos rojos; y especias y hierbas aromáticas, como la menta o la lavanda.

Fuente
Consumer. es

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