Las personas sin hogar tienen tasas de muerte superiores y una esperanza de vida mucho menor que otras personas, encuentra un nuevo estudio danés.
El análisis de datos de 32,711 personas sin hogar (23,040 hombres y 9,671 mujeres), a partir de los 16 años de edad, en un registro nacional de personas sin hogar de Dinamarca, encontró que la tasa de muerte de las mujeres sin hogar era 6.7 veces más elevada que en la población general, y la tasa de muerte de los hombres sin hogar era 5.6 veces más elevada.
En comparación con la población general, la esperanza de vida de las personas sin hogar entre los 15 y 24 años era de 22 años menos para los hombres y 17 años menos para las mujeres.
Los investigadores también encontraron que 62 por ciento de los hombres sin hogar y 58 por ciento de las mujeres sin hogar sufrían de trastornos psiquiátricos, y que 49 por ciento de los hombres y alrededor de 37 por ciento de las mujeres tenían un diagnóstico de abuso de sustancias.
El abuso de sustancias fue el diagnóstico asociado con el mayor riesgo de muerte, de alrededor de 70 por ciento para las mujeres sin hogar y 40 por ciento para los hombres sin hogar, hallaron los investigadores. Factores externos como la violencia y el suicidio dieron cuenta del 28 por ciento de las muertes entre las personas sin hogar.
"Hubo una disparidad en la esperanza de vida entre la población de un refugio para personas sin hogar y la población general mayor que la que han encontrado estudios anteriores. Las proporciones de mortalidad estandarizadas por causas específicas para ambos sexos mostraron una alta mortalidad excesiva por suicidio y lesiones no intencionales", escribieron Sandra Feodor Nielson, del Centro de Salud Mental de Copenhague, y colegas en un comunicado de prensa de la revista.
"Este estudio sugiere que las personas sin hogar que viven en refugios constituyen una población de alto riesgo desde una perspectiva de salud pública. El estudio subraya que esta población marginalizada necesita más atención en la agenda de salud", concluyeron los autores del estudio.
Fuente
The Lancet
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