Contar con un teléfono celular en la actualidad es algo indispensable. Sobre todo para quienes son padres y necesitan de esta tecnología para cumplir con su rol, ya que les facilita monitorear a sus hijos, principalmente a los adolescentes.
Pero la duda que surge en este caso es si esta tecnología permite más autonomía a sus usuarios, o si solo es una atadura electrónica.
Para averiguarlo, el profesor de desarrollo humano Robert Weisskirch, de la Universidad del estado de California, realizó un estudio con 196 parejas de padre o madre e hijos, cuyos resultados se publicaron en la revista “Cyberpsychology, Behavior and Social Networking”.
Por qué llaman?
“El teléfono hoy es una parte importante del papel de padre. Es la forma de estar en contacto con los niños”, dice a “The New York Times” Amanda Lenhart, investigadora del Pew Research Center Internet. Ya en el 2009 el 70% de los adolescentes en EE.UU. hablaba al menos una vez al día con sus padres.
En ese país, un 75% de los jóvenes tiene celular, a menudo adquirido por sus padres para poder estar en contacto. Asimismo, quienes son padres es más probable que tengan uno de estos aparatos, comparados con otros adultos.
La vasta penetración de esta tecnología llevó a Weisskirch a preguntarse cómo ella puede afectar la dinámica de la relación padre-hijo. Para esto se aplicó un cuestionario con distintos tipos de situaciones o circunstancias en las que los jóvenes llaman a sus padres, y viceversa, las que debían ser calificadas desde “nunca” hasta “a menudo”.
Así, se dio cuenta de que la naturaleza de la llamada y quien la hace puede afectar este vínculo.
Relación telefónica
Por ejemplo, los jóvenes llaman principalmente a sus padres para “pedir permiso” o avisar que llegan tarde. Los padres, por su parte, llaman para saber dónde están ellos, chequear las tareas escolares o expresar su molestia por algo.
Cuando son los jóvenes los que toman la iniciativa de llamar, esto se asocia a una mejor relación con sus padres, a los que consideran como un buen apoyo, cercanos y con los que tienen una buena comunicación. Los padres se sienten gratificados y las llamadas parecen estimular su autoestima. “Cuando los jóvenes son los que llaman en busca de apoyo u orientación, en general se llevan bien con sus padres”, dice Weisskirch.
Por el contrario, si es el padre o la madre quien hace la llamada para monitorear a su hijo, chequear el cumplimiento de sus tareas o llamarle la atención por algo que les molestó, la relación tiende a ser más conflictiva y el adolescente tiene una autoestima más baja.
Weisskirch destaca que el celular es bueno para la transición de los hijos hacia su independencia.
Resultados que deben ser considerados
De las 196 parejas que formaron parte de la investigación, un 13% la constituían padre e hijo; el 11% estaba compuesto por padre e hija, un 30% madre e hijo y, finalmente, el 46% madre e hija.
Es debido a este planteamiento que, para la división de la muestra, las conclusiones deben tomarse con precaución, ya que la mayor parte de ella consiste en parejas madre e hija, lo que puede limitar las generalizaciones.
Asimismo, el estudio deja fuera otras formas de comunicación, como los mensajes de texto (SMS), las llamadas por línea fija y los intercambios cara a cara, lo que también puede ser un sesgo para comprender la comunicación entre padres e hijos actual.
Sebastían Urbina
Fuentes
El Mercurio de Chile / GDA
Universidad de California
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