jueves, 15 de enero de 2009

Fortaleciendo al corazón con una buena siesta

Dormir bien se ha asociado generalmente a un buen estado de salud. De hecho, el sueño adecuado se incluye en la mayoría de planes preventivos de salud y hábitos orientados a una vida sana. Gran parte de los trastornos del sueño, muchas veces olvidados y que en general no permiten dormir bien ni en cantidad ni en calidad, o el hábito de no dormir las horas necesarias, se relacionan a largo plazo con enfermedad. Son varios los estudios que ahora han llegado a la misma conclusión: si una persona saludable no duerme las horas necesarias hay un incremento notable del riesgo de sufrir calcificación de las arterias coronarias, hipertensión y, en consecuencia, problemas cardiovasculares a largo plazo.

El sueño constituye el periodo de descanso del cuerpo y de la mente. La conciencia se suspende de forma total o parcial y se ven disminuidas las funciones orgánicas. El sueño es, por tanto, un regenerador primordial de la energía física y psíquica. Cuando éste se altera, el proceso renovador no se lleva a cabo, por lo que se producen, de forma lenta y progresiva, alteraciones en nuestra capacidad de concentración, en la memoria, en el carácter y en el estado de ánimo.

La tradición de la siesta, común en países mediterráneos y latinoamericanos, es un buen método para fortalecer el corazón. Un artículo de 2007 publicado en la revista "Archives of Internal Medicina" aseguraba que dormir media hora al mediodía al menos tres veces a la semana favorece al corazón de personas trabajadoras. Dimitrios Trichopoulos, de la escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y líder de la investigación, aseguraba tras los resultados que el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares se reduce en un 34% entre quienes se echan la siesta de manera regular.
Este porcentaje se eleva al 37% cuando dicho descanso supera los 30 minutos. El estudio, llevado a cabo en Grecia, duró seis años e involucró a cerca de 25.000 personas de ambos sexos de entre 20 y 86 años, que no habían tenido problemas cardiovasculares u otras enfermedades crónicas. El hecho de que el estudio tuviera en cuenta factores como hábitos alimenticios y nivel de actividad física, así como limitarlo a personas saludables, aumenta la fiabilidad de los resultados finales, según Trichopoulos.
Otras investigaciones no están tan de acuerdo con la teórica gran eficacia de la siesta. Dichos estudios se centran en la necesidad de elaborar más investigaciones que tengan en cuenta personas con alimentaciones muy copiosas ricas en grasa. Este tipo de alimentación podría reducir los efectos beneficiosos de la siesta. Asimismo, varios expertos aseguran que el ritmo de vida frenético actual de la mujer, sometida en muchos casos a estrés, también tiene efectos directos en los factores de riesgo cardiovascular.

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