jueves, 23 de diciembre de 2010

Enuresis: Cuando mojamos la cama

Mojar la cama por la noche es un malestar pasajero que, sin embargo, supone un verdadero problema cuando ocurre al menos tres veces por semana. Este trastorno, conocido como enuresis, se resuelve con la edad y de forma espontánea, pero afecta a un porcentaje elevado de niños. Los expertos insisten en que encontrar la causa que lo provoca es fundamental ya que, en casos extremos, hay un trastorno subyacente. Además, la enuresis causa repercusiones psicológicas y sociales negativas, tanto para el afectado como para la familia.


Entre los 3 y 4 años se consigue el control total de los esfínteres. No obstante, del 15% al 20% de los menores de 5 años moja la cama por la noche, según datos recientes de la Asociación Española de Pediatría (AEP). A pesar de que este trastorno, denominado enuresis, es un problema frecuente, a menudo, está infradiagnosticado. Afecta al doble de niños que de niñas, con toda probabilidad, por una maduración más tardía. Es una condición que se resuelve de forma espontánea, con una tasa de remisión de un 15% anual, y su prevalencia decrece a partir de los 10 años.


Los menores que sufren enuresis, con frecuencia, desarrollan ansiedad, así como una reducción de su autoestima y de la estabilidad emocional. Problemas concretos habituales que merman las actividades sociales y afectan incluso a la familia son, entre otros, que el pequeño se niegue a ir de campamentos o pasar la noche fuera de casa. La vergüenza es otra de las manifestaciones. La visita al médico se convierte en un calvario, ya que la demanda de los afectados es que no se hable del tema ni se consulte sobre el mismo. Parece razonable iniciar un tratamiento cuando el niño se siente incómodo con sus síntomas, ya sea por la edad o por la intensidad de la condición.


Recomendaciones


El primer consejo que lanzan los especialistas es no presionar a los hijos, reñirles o castigarles por mojar la cama mientras duermen, ya que es contraproducente. Hay que restar importancia al problema y asegurar que es algo solucionable y que muchos otros niños lo padecen, para que no se preocupen demasiado. Para algunos son útiles los sistemas de recompensa, como los gráficos de estrellas para las noches secas, levantarles durante la noche o ponerles un despertador a una determinada hora para que acudan al aseo, el entrenamiento para controlar la retención y aumentar la capacidad de la vejiga y, en ocasiones, la restricción de líquidos cuando se acerca la hora de irse a dormir.


Uno de los tratamientos más efectivos para solucionar el problema son los dispositivos de alarma, que se colocan en la ropa interior y emiten una señal al detectar las primeras gotas de orina. Aunque es el método con mayores tasas de curación (eficaz entre el 60% y el 70% de los casos, con una tasa de recaída próxima al 50%), es el más lento (tres meses) y, además, requiere la colaboración de toda la familia. Su objetivo es generar un reflejo condicionado.


Otra posibilidad es la terapia con desmopresina, un medicamento que aumenta la reabsorción de líquido de los riñones y, por tanto, disminuye la cantidad de orina. Aunque este tratamiento es a menudo más rápido (entre uno y dos meses), no implica la curación total y las recaídas son muy habituales. Por este motivo, la prescripción individualizada es de vital importancia para solucionar de forma definitiva el problema. Otros tratamientos farmacológicos incluyen antidepresivos tricíclicos y anticolinérgicos.




Fuente
Consumer eroski

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