Un nuevo estudio sugiere que la práctica común de partir las pastillas, que muchos pacientes y profesionales de salud hacen ya sea para ahorrar dinero o para tragar los medicamentos con más facilidad, es inexacta y potencialmente peligrosa.
Investigadores belgas encontraron que casi un tercio de las pastillas que se dividen en fragmentos se alejan de las dosis recomendadas en 15 por ciento o más. En el estudio, cinco voluntarios dividieron ocho pastillas de varios tamaños usando tres herramientas: un cuchillo de cocina, tijeras y un aparato especial para dividir pastillas.
Otro catorce por ciento de las pastillas divididas diferían de las dosis recomendadas en 25 por ciento o más, de acuerdo con el estudio. Incluso el método más preciso (el aparato de división) provocaba un margen de error de 15 a 25 por ciento en el 13 por ciento de los casos. Se pesó cada fragmento de pastilla después de la división para determinar en cuánto se desviaba del peso teórico.
"En la mayoría de los casos y especialmente en residencias para ancianos, los medicamentos se toman como terapias crónicas. Con frecuencia, no tiene importancia clínica si el paciente toma un poco más de un medicamento un día y poco menos al próximo", señaló la autora del estudio Charlotte Verrue, parte del personal académico asistente en la Universidad de Gante en Bélgica.
"Sin embargo", agregó, "podría tener consecuencias si las diferencias son mayores [de 25 por ciento o más] y del momento. . . una pequeña desviación en la dosis puede generar una diferencia importante en el efecto. Solo por seguridad, recomendamos cautela en la práctica de partir las pastillas. No es algo tan inofensivo como parece".
Verrue señaló que decidió realizar el estudio luego de que enfermeras de residencias para ancianos le preguntarán cuál era el mejor método para partir las pastillas en la práctica diaria, independientemente del tipo o tamaño, o de si había líneas de separación.
De los cinco voluntarios, solo uno tenía experiencia en la división de pastillas, apuntó Verrue, y cree que esta situación es común en las residencias para ancianos donde no siempre una enfermera profesional realiza esta tarea.
Los participantes dividieron ocho pastillas de diferentes formas y tamaños, recetadas para afecciones como la enfermedad de Parkinson, insuficiencia cardiaca congestiva y artritis en 3,600 mitades o cuartos. Tres pastillas no tenían líneas de separación, tres tenían una línea de separación y el resto dos.
"Las enfermeras son las que deberían partir las patillas, pero no es siempre el caso en la práctica diaria", debido a la escasez de personal, señaló Verrue. "Además, tampoco creo que las enfermeras tengan un entrenamiento especial en la división de pastillas". Nancy Mason, profesora clínica asociada de farmacia en la Universidad de Michigan, señaló que nunca había oído hablar de una investigación como ésta.
"Creo que es un estudio único y cuando se piensa en ello no sorprende en absoluto", apuntó Mason, que también es directora del Programa de Entrenamiento Práctico en Farmacia de la universidad. "Es una información que vale la pena saber. Como farmaceuta, no suelo decirle a la gente que trate de partir una pastilla. Incluso si hay líneas de separación, [la práctica] tiene problemas".
Verrue y Mason señalaron que incluso las desviaciones minúsculas en la dosis de algunos medicamentos pueden causar problemas críticos, tales como en los medicamentos para el ritmo cardiaco irregular, coágulos y convulsiones. Verrue hizo un llamado a las compañías farmacéuticas para que introduzcan más variedad de dosis y alternativas líquidas para que la división de pastillas sea algo cada vez menos necesario. No obstante, señaló que los fabricantes de medicamentos podrían resistirse a esta medida ya que afecta sus beneficios.
"Creo que las dosis más pequeñas no son lo suficientemente interesantes desde una perspectiva económica", apuntó Verrue. "Creo que ofrecer formulaciones líquidas sería más fácil que una gama más amplia de pastillas". El estudio, que aparece en la edición de enero de Journal of Advanced Nursing, no recibió financiamiento de ninguna compañía farmacéutica.
Fuentes
Investigadores belgas encontraron que casi un tercio de las pastillas que se dividen en fragmentos se alejan de las dosis recomendadas en 15 por ciento o más. En el estudio, cinco voluntarios dividieron ocho pastillas de varios tamaños usando tres herramientas: un cuchillo de cocina, tijeras y un aparato especial para dividir pastillas.
Otro catorce por ciento de las pastillas divididas diferían de las dosis recomendadas en 25 por ciento o más, de acuerdo con el estudio. Incluso el método más preciso (el aparato de división) provocaba un margen de error de 15 a 25 por ciento en el 13 por ciento de los casos. Se pesó cada fragmento de pastilla después de la división para determinar en cuánto se desviaba del peso teórico.
"En la mayoría de los casos y especialmente en residencias para ancianos, los medicamentos se toman como terapias crónicas. Con frecuencia, no tiene importancia clínica si el paciente toma un poco más de un medicamento un día y poco menos al próximo", señaló la autora del estudio Charlotte Verrue, parte del personal académico asistente en la Universidad de Gante en Bélgica.
"Sin embargo", agregó, "podría tener consecuencias si las diferencias son mayores [de 25 por ciento o más] y del momento. . . una pequeña desviación en la dosis puede generar una diferencia importante en el efecto. Solo por seguridad, recomendamos cautela en la práctica de partir las pastillas. No es algo tan inofensivo como parece".
Verrue señaló que decidió realizar el estudio luego de que enfermeras de residencias para ancianos le preguntarán cuál era el mejor método para partir las pastillas en la práctica diaria, independientemente del tipo o tamaño, o de si había líneas de separación.
De los cinco voluntarios, solo uno tenía experiencia en la división de pastillas, apuntó Verrue, y cree que esta situación es común en las residencias para ancianos donde no siempre una enfermera profesional realiza esta tarea.
Los participantes dividieron ocho pastillas de diferentes formas y tamaños, recetadas para afecciones como la enfermedad de Parkinson, insuficiencia cardiaca congestiva y artritis en 3,600 mitades o cuartos. Tres pastillas no tenían líneas de separación, tres tenían una línea de separación y el resto dos.
"Las enfermeras son las que deberían partir las patillas, pero no es siempre el caso en la práctica diaria", debido a la escasez de personal, señaló Verrue. "Además, tampoco creo que las enfermeras tengan un entrenamiento especial en la división de pastillas". Nancy Mason, profesora clínica asociada de farmacia en la Universidad de Michigan, señaló que nunca había oído hablar de una investigación como ésta.
"Creo que es un estudio único y cuando se piensa en ello no sorprende en absoluto", apuntó Mason, que también es directora del Programa de Entrenamiento Práctico en Farmacia de la universidad. "Es una información que vale la pena saber. Como farmaceuta, no suelo decirle a la gente que trate de partir una pastilla. Incluso si hay líneas de separación, [la práctica] tiene problemas".
Verrue y Mason señalaron que incluso las desviaciones minúsculas en la dosis de algunos medicamentos pueden causar problemas críticos, tales como en los medicamentos para el ritmo cardiaco irregular, coágulos y convulsiones. Verrue hizo un llamado a las compañías farmacéuticas para que introduzcan más variedad de dosis y alternativas líquidas para que la división de pastillas sea algo cada vez menos necesario. No obstante, señaló que los fabricantes de medicamentos podrían resistirse a esta medida ya que afecta sus beneficios.
"Creo que las dosis más pequeñas no son lo suficientemente interesantes desde una perspectiva económica", apuntó Verrue. "Creo que ofrecer formulaciones líquidas sería más fácil que una gama más amplia de pastillas". El estudio, que aparece en la edición de enero de Journal of Advanced Nursing, no recibió financiamiento de ninguna compañía farmacéutica.
Fuentes
Charlotte Verrue, Ph.D., assistant academic staff member, Faculty of Pharmaceutical Sciences, Ghent University, Belgium; Nancy Mason, Pharm.D., clinical associate professor, pharmacy, and director, Experiential Training Program and Community Engagement, University of Michigan, Ann Arbor; January 2011, Journal of Advanced Nursing
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