El hígado es un órgano sensible a la actividad oncogénica. El principal tumor de esta víscera se debe a células que crecen fuera de control y forman lo que los expertos denominan un cáncer primario de hígado, hepatoma maligno o carcinoma hepatocelular. Este crecimiento desaforado de las células hepáticas se cree que está relacionado con la infección por virus de las hepatitis B y C. Los científicos calculan, por ejemplo, que entre un 10% y 20% de las personas infectadas con hepatitis B acaban desarrollando cáncer de hígado. De hecho, subsiste la evidencia de esta infección en casi una cuarta parte de los pacientes diagnosticados de cáncer de hígado.
El cáncer de hígado es el tercer cáncer más letal en todo el mundo. Lo peor es que aproximadamente el 70% de los pacientes enfermos presentarán una recaída del tumor en un plazo medio de cinco años después de haberse sometido a tratamientos radicales, por lo que su pronóstico es siempre de gravedad. Ahora un grupo internacional de investigadores publican las claves genéticas para predecir el riesgo de recaída del cáncer de hígado.
La determinación del progreso de la enfermedad neoplásica en el hígado y las razones de su reaparición pasados unos años son algunos de los grandes desafíos de la medicina oncológica. Por este motivo, la identificación de los genes responsables de la recidiva del tumor hepático es un punto clave en la explicación del proceso. Ahora, un estudio que publica "The New England Journal of Medicine" revela, por primera vez, las claves genéticas que determinan si el tumor va o no a reaparecer.
Hasta ahora los estudios genéticos en cáncer se realizaban siempre a partir de muestras frescas congeladas y almacenadas en bancos de tejido. Gracias a una investigación internacional referida en el artículo citado, es posible usar muestras históricas de tejido conservadas en parafina y, de este modo, predecir mejor el riesgo de recidiva de uno de los cánceres más letales del mundo.
Por medio de dichos tejidos, los científicos pueden identificar a través de estudios genéticos a los pacientes con riesgo elevado de recidiva tumoral. El trabajo publicado abre, además, una nueva vía para estudiar cualquier enfermedad desde el punto de vista genético y a partir de muestras históricas de tejido previamente archivadas, avanzando así en la prevención y tratamiento de éste y otros procesos neoplásicos.
Estos resultados aportan, en consecuencia, nuevos datos para predecir la evolución de pacientes operados de un cáncer de hígado y a fin de tomar las medidas preventivas adecuadas. Las recidivas después de la resección de un cáncer de hígado son el mayor riesgo al que se enfrenta un paciente operado con éxito, y los datos presentados en el artículo permitirán identificar los pacientes de riesgo mayor. Además, se sugiere que la tecnología aplicada en este trabajo centrado en el cáncer de hígado podría tener un impacto significativo en la investigación oncológica, ya que permitirá explorar, a través de tejido parafinado, la genética de otras patologías y su posible prevención.
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