
La soya supone actualmente el 70% del aporte de proteínas en todo el mundo, y constituye una de las principales materias para la producción de biodiesel. La soya (Clycine max) tiene uno de los genomas más amplios y complejos, más que el de otros vegetales. Es lo que acaban de concluir los expertos de los departamentos estadounidenses de Energía (DOE, en sus siglas inglesas) y Agricultura (USDA), que presentan, tras dos años de investigación, lo que esconde esta planta. Formado por unos 66.000 genes, más del doble que el que contiene el genoma humano, los expertos esperan, con la secuenciación del genoma, poder perfeccionar los trabajos de mejora genética y de obtención de nuevas variedades.

El objetivo no es sólo encontrar respuestas a problemas ambientales (sequías, temperaturas extremas o inundaciones), sino que la información secuenciada debe permitir trabajar en aquellas partes de la planta que le aportan propiedades cualitativas, como la presencia de aceites o de proteínas que las hacen más nutritivas y saludables. Y es que conocer lo que indican los marcadores genéticos de la soja permitiría aislar un gen (o un rasgo particular de la planta) y "optimizar ciertas cualidades". Un ejemplo de ello es la investigación que desarrollan expertos del Servicio de Investigación Agrícola de EE.UU. (ARS), que tienen previsto presentar nuevas líneas de soja capaces de rendir en condiciones de sequía y de abundantes lluvias.
Pero el alcance de esta nueva investigación no se acaba en lo estrictamente alimentario. Otro de los intereses de la secuencia de la soya es su papel como fuente principal de biodiesel, un combustible que pretende ser una alternativa energética. Los responsables del estudio confían en que el conocimiento detallado del código genético permita mejorar las cosechas y hacer así un uso más eficaz para la producción de bioenergía.
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