Algunos de los mitos populares más arraigados han sido derribados: Ni comer antes de irse a dormir engorda más, ni el azúcar altera el comportamiento de los niños, ni existen soluciones mágicas para superar las resacas de alcohol. Todo esto según un estudio publicado en el British Medical Journey (BMJ). El estudio fue realizado por investigadores de la University School of Medicine de Indiana (EEUU), también desmitifica la creencia de que habría más suicidios en invierno y que la cabeza sería el lugar por donde más calor se pierde.
La creencia de que comer a última hora del día no engorda más de la cuenta se convirtió en certeza por un estudio sueco, que decía haber constatado que las mujeres obesas tenían mayor propensión a dar un último bocado antes irse a la cama.
Según los científicos, el error de ese estudio es que no se tuvo en cuenta que las mujeres obesas comían más durante todo el día, no sólo antes de irse a dormir. Para los investigadores, la única verdad sobre el peso tiene que ver con un principio claro: "engorda la gente que ingiere más calorías de las que quema".
Azúcar y alcohol
Otros "venenos", como el azúcar y el alcohol, tienen que ver con otras evidencias desmontadas: los caramelos o las bebidas azucaradas no convierten a los niños en un saco de nervios y no hay más solución que esperar para sentirse bien después de beber alcohol.
Se citan hasta 12 estudios clínicos en los que queda de manifiesto que no hay cambio en el comportamiento entre niños que recibieron dietas con azúcar y dietas sin azúcar, y que sugieren que lo que cambia realmente es la actitud de los padres hacia sus hijos, especialmente la creencia de que sus retoños van a estar más activos.
Por otro lado, los científicos también señalaron que no hay remedios contra la resaca ni fórmulas mágicas para prevenirla: ni café sin sal, ni aspirinas, ni plátanos, ni cucharadas de aceite, dicen los responsables de este estudio. La única solución es esperar y descansar, aunque algunos placebos puedan hacerlo más llevadero.
Más mitos
Según los investigadores de Indiana, la idea de que el calor no se escapa del cuerpo de las personas por la cabeza con más intensidad que por cualquier otra parte proviene probablemente de un viejo estudio militar.
En él se pusieron a varios individuos trajes de supervivencia ártica pero sin gorros y midieron su pérdida de calor corporal en temperaturas extremadamente frías, según los estudiosos. Al no cubrirles la cabeza se llegó a la conclusión errónea de que los seres humanos empezamos a congelarnos por arriba. Por último, la gente no decide quitarse la vida más en invierno que en otras estaciones, pues hay numerosos estudios que indican lo contrario.
En Finlandia se llegó a la conclusión de que el mayor número de suicidios se daba en otoño, con las cifras más bajas en invierno, mientras que en Hungría las tasas alcanzaban su cota máxima en verano; en Japón se concluyó que la gente se mataba más después de las vacaciones y en EEUU se aseguró que las vacaciones no influían.
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