¿Es usted diabético, tiene sobrepeso, consume alcohol con frecuencia o tal vez es resistente a la insulina? Si la respuesta es sí, usted puede tener hígado graso. Además de la predisposición genética, estos son algunos de los factores de riesgo para tener esta enfermedad tan frecuente y que muchas veces pasa desapercibida.
No sólo quienes tienen estas condiciones son candidatos a tener hígado graso, cualquier persona con estilos de vida muy occidentales (comer más de lo debido y hacer poca actividad física), tienen un riesgo alto de padecer hígado graso.
No sólo quienes tienen estas condiciones son candidatos a tener hígado graso, cualquier persona con estilos de vida muy occidentales (comer más de lo debido y hacer poca actividad física), tienen un riesgo alto de padecer hígado graso.
El termino hígado graso (esteatosis hepática) se refiere a una enfermedad del hígado caracterizada por acumulación de ácidos grasos y triglicéridos en las células hepáticas (hepatocitos). El consumo de alcohol es una a causa importante de hígado graso, y es un factor que siempre debe considerarse. La acumulación de grasa en los hepatocitos puede llevar a inflamación hepática, con la posibilidad de desarrollar fibrosis y finalmente terminar en un daño hepático crónico (cirrosis).
En la actualidad se considera la esteatosis hepática no alcohólica como la manifestación hepática del síndrome metabólico. La mayoría de los pacientes presenta una esteatosis benigna, sin embargo, una proporción no cuantificada de pacientes presenta una enfermedad más avanzada con riesgo de progresión hacia la cirrosis y sus complicaciones.
El hígado graso ocurre cuando el tejido adiposo pierde la capacidad de seguir almacenando grasa, como consecuencia, ésta se acumula en las células del hígado pudiendo provocar problemas serios como fibrosis hepática o cirrosis. Muchas veces esto no trae síntomas, es necesario un buen análisis clínico y estudios auxiliares en sangre para medir las transaminasas hepáticas y una biopsia del hígado.
El tratamiento más aceptado para esta enfermedad es el cambio del estilo de vida, esto significa llevar una dieta que busque la reducción de peso e incrementar la actividad física. Es importante recordar que la dieta debe ser personalizada, al igual que la actividad física ya que si la pérdida de peso es muy rápida, sólo se consigue acumular más grasa en el hígado. En promedio se calcula como seguro, una pérdida de peso de 2 Kg. al mes.
Consejos
1) Busque un nutricionista para que le prepare una dieta personalizada
2) Realice actividad física aeróbica al menos 30 minutos diarios y luego incremente progresivamente hasta llegar a 45 minutos o 1 hora
3) No consuma alcohol
4) Tenga 5 comidas al día (desayuno, almuerzo, cena y 2 meriendas nutritivas)
5) Incluya siempre un plato grande de ensalada de vegetales crudos y cocidos en el almuerzo y cena
6) No consuma alimentos ricos en carbohidratos refinados (golosinas, galletas dulces o saladas, alimentos ricos en harinas, cereales endulzados etc.)
7) Prefiera los lácteos descremados
8) Evite las bebidas gaseosas
9) Evite las preparaciones ricas en cremas o salsas espesas
10) No consuma frituras ni alimentos ricos en grasa saturada (piel de carnes, carnes grasosas, mantequilla, coco, manteca, tocino, salame, snacks grasosos etc.)
11) Ingiera de 6 a 8 vasos de líquido al día
Lic. Sara Abu – Sabbah
Nutricionista
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