El uso de plantas como recurso terapéutico natural se remonta a tiempos muy remotos. Hoy en día la ciencia confirma la presencia en ellas de compuestos químicos con acciones farmacológicas, denominados principios bioactivos, que constituyen muchas veces los ingredientes primarios utilizados por laboratorios farmacéuticos como punto de partida en el desarrollo de formas comerciales que serán patentadas para su uso en la alopatía terapéutica. Pero también se pueden usar los recursos vegetales con propiedades medicinales para la preparación de extractos estandarizados de plantas o de sus órganos o partes y son denominados fitofármacos. Los fitofármacos alcanzan un papel relevante en la terapéutica moderna y pueden ser utilizados con fines preventivos o de tratamiento de las más diversas patologías y basado en lo que se conoce como la medicina basada en la evidencia.
El consumo de plantas con fines terapéuticos sigue siendo una práctica que se resiste al paso del tiempo. Quizás podría parecer que el gran arsenal farmacológico del que disponemos, su eficacia y su fácil disponibilidad, deberían haber provocado una disminución del consumo de plantas medicinales pero, al parecer, sucede todo lo contrario.
De un tiempo a esta parte las herboristerías son los lugares preferidos para efectuar las compras y que sus clientes muestran mayor fidelidad. Las farmacias también son otro de los establecimientos elegidos frente a otros como parafarmacias, tiendas de dietética y centros naturópatas, que resultan menos populares.
La solución es proporcionar a las comunidades locales incentivos para proteger estas plantas. La organización tiene claro que para defender la conservación de las especies es importante trabajar con cosas que interesen a la población. Con estos proyectos se pretende mejorar la salud, asegurar un ingreso económico y mantener las tradiciones culturales. El interés por la conservación de las plantas medicinales puede ayudar también a aumentar el interés general por la conservación de la naturaleza.
Se ha observado en los últimos años un cambio de hábitos con la incorporación de plantas medicinales exóticas, sobre todo de origen africano y americano, o de sus preparados fitofarmacéuticos. También se han añadido a la oferta plantas de origen chino, cada vez más presentes. Entre las plantas de uso común se encuentran especies endémicas (propias de la zona) como el cantueso, la pebrella o la salvia de Mariola. Los expertos también han comprobado la utilización de especies peligrosas como el tejo o la belladona, cuya dosificación es muy precisa y no se debería realizar por personas sin formación clínica.
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