A los niños les gustan los refrescos, pero el consumo frecuente de las bebidas azucaradas y con multitud de aditivos no es saludable. La asociación entre su ingesta y el exceso de peso es tan certera como para desaconsejar a los niños su consumo. Si además los refrescos son de cola, a los ingredientes comunes (agua con gas y azúcares) se agregan cafeína y ácido fosfórico, dos aditivos inconvenientes para la salud de los más pequeños, en particular. La cafeína es una sustancia excitante y el ácido fosfórico en exceso desequilibra el balance orgánico de calcio y puede favorecer la descalcificación ósea, con el consiguiente efecto negativo en el crecimiento y desarrollo infantil.
Algunas bebidas refrescantes contienen ácido fosfórico como aditivo por su papel conservante y acidificante. El hábito de tomar a diario o con asiduidad este tipo de productos supone un aporte dietético extra de fósforo, cuya contribución elevada por una dieta mantenida en el tiempo puede tener un efecto desmineralizante de huesos y dientes.
El fósforo y el calcio deben mantenerse en equilibrio homeostático en el organismo, de forma que la abundancia o la deficiencia de uno afecta la capacidad de absorción y aprovechamiento del otro. El exceso de fósforo causa una menor asimilación de calcio y, por tanto, puede suponer una mayor pérdida de éste en los huesos. Este efecto resulta contraproducente en la infancia, sobre todo, puesto que en esta etapa los huesos están en pleno proceso de crecimiento, desarrollo y consolidación.
Los padres deben informar a sus hijos sobre el hábito insano de escoger este tipo de bebidas con frecuencia. No obstante, este efecto descalcificante también lo pueden sufrir las personas adultas habituadas a beber a diario refrescos de cola, aunque sean light, ya que el contenido de este aditivo es el mismo.
Lic. Maite Zudaire
Fuente
Eroski consumer
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