La gente tiene una percepción errónea del efecto Rebote. Los medios de comunicación y la publicidad en general se han encargado de enviar mensajes contradictorios sobre la existencia del rebote como consecuencia de la realización de cualquier dieta. El efecto rebote no es ni más ni menos que recuperar los kilos que habíamos perdido. Es decir volver a engordar lo que habíamos adelgazado o incluso más.
Las personas que hacen dietas de moda, de la manzana, de las grasas o carbohidratos, de las que dicen que bajas 5 kilos en una semana; las personas que compran tratamientos que se venden con la leyenda que bajas 2 a 5 kilos por semana, que te muestran fotos de personas del antes y después milagroso, se dejan llevar por estos modelos alimentarios, se plantean objetivos a corto plazo y poco o nada realistas, que suelen conducirles a un círculo vicioso, en el cual el peso que se pierde se vuelve a recuperar, y la euforia inicial y pasajera, da paso al desánimo y la frustración.
La palabra rebote o efecto del yoyo se empezó a emplear por las personas que no lograban cambiar sus hábitos alimenticios y comenzaron a justificarse por este medio, se decían a si mismos o a su gente que la dieta les había causado rebote cuando el significado real era que no habían tenido la total voluntad y disciplina de cambiar sus hábitos alimenticios, que habían vuelto a comer más de lo que su cuerpo necesitaba y que no lograron controlar su adicción hacia el azúcar.
Si una persona hace una dieta que no es personalizada, una dieta que sale en una revista, en un periódico, que se la cuenta la vecina o la amiga, potencializamos ese efecto rebote, porque estamos ante una dieta que solo le funciono a una persona con características muy específicas y que no tiene por que funcionar en todos los organismos del mundo.
Muy importante
Cuando queremos adelgazar, lo que buscamos es una pérdida de masa grasa pero, en realidad también podemos perder masa muscular (depleción proteica) de forma involuntaria. La mejor manera de evitarlo es haciendo ejercicio físico durante el tiempo que dure la dieta. Con él, conseguiremos generar masa muscular para compensar su consumo (pérdida) a la par que, aumentamos el gasto de masa grasa.En cambio, cuando engordamos rápidamente tras una dieta de adelgazamiento, el organismo recupera el peso perdido en forma de grasa. Es decir, la masa muscular se genera mientras que, la masa grasa se almacena. Las proteínas generan músculo cuando éste se estimula mientras que, el exceso energético (las calorías) no utilizado, solo se almacena en forma de grasa.
Las dietas muy estrictas (inferiores a 1200 Kcal) no garantizan un aporte suficiente de determinados nutrientes (vitaminas y minerales). De la misma manera, las dietas folclóricas o que restringen determinados grupos de alimentos también son insuficientes en estos nutrientes no energéticos. Cuando se abandona la dieta, el organismo responde buscando "desesperadamente", aquellos nutrientes que le faltaron durante la restricción. Pero los nutrientes que busca no están solos sino que, forman parte de los alimentos y éstos proporcionan también nutrientes energéticos (hidratos de carbono, proteínas y grasa). Es por ello que, estos tipos de dietas producen un efecto rebote mayor.
Si el efecto rebote se manifiesta a través de la recuperación del peso perdido pero, solo en forma de masa grasa, es evidente que la situación ya no es la misma que antes de perder peso sino que ahora el perfil lipídico del organismo habrá cambiado significativamente. Ahora las proporciones del organismo han cambiado disminuyendo la masa muscular el favor de la masa grasa. Ello explica el porqué del aumento del riesgo cardiovascular en las oscilaciones frecuentes de peso respecto al exceso de peso estable.
Fuente
Alimentación sana
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