Unos hábitos de vida saludables no garantizan vivir más pero son primordiales para gozar de mayor calidad de vida. Seguir una dieta saludable, no fumar y consumir alcohol de forma moderada, además de mantener bajo control factores de riesgo como hipertensión, colesterol perjudicial y sobrepeso, forman parte del paquete de recomendaciones clave para mantenerse sano, sobre todo para prevenir eventos cardiovasculares. También el ejercicio practicado de manera regular fortalece los huesos, tonifica la musculatura, ayuda a conciliar el sueño, tiene efectos positivos en estados depresivos y, asimismo, mejora la salud cardiovascular.
Un estudio reciente, también publicado en "Circulation", señala que, a pesar de que la medicina ha avanzado extraordinariamente en cuanto a tratamiento se refiere y los pacientes coronarios tienen mayor esperanza de vida, eso no significa que vivan mejor. Según Jipan Xie, experto del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades en Atlanta, EE.UU., y principal autor de la investigación, las personas con algún trastorno coronario muestran una devaluación en la calidad de vida. O así es tal como lo perciben.
Estas conclusiones se extrajeron tras analizar una muestra de 37.386 individuos e identificarse a 2.091 personas con antecedentes de la enfermedad cardiaca coronaria (ECC). Según se desprende de las encuestas realizadas, los sujetos con historial de ECC tienen un nivel de 9% menor que el resto de los participantes en las escalas de medición de calidad de vida. Los afectados por estas enfermedades, además, muestran menor índice de salud mental (2,4%) y un 9,2% menos de salud física. Por el contrario, el índice sube a 4,6% cuando se relaciona los ítems a menor movilidad, autosuficiencia, dolor y ansiedad.
Otro dato que destaca entre los afectados por ECC es que mujeres, individuos afroamericanos e hispanos tienen peor percepción de su calidad de vida, aunque las razones no se han podido determinar en este estudio.
Como señalan los autores, cuestiones que afectan a la calidad de vida -como el estado físico y mental, satisfacción con el entorno social y familiar y percepción del estado de salud- pueden ayudar a medir la eficacia de la terapia y predecir el índice de mortalidad a largo plazo tras un evento coronario. No obstante, los especialistas admiten que no se tuvieron en cuenta los distintos niveles de gravedad de ECC.
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