El asma sigue siendo la enfermedad crónica más habitual entre la población infantil. Un estudio australiano ha revelado que una buena intervención educativa, constituida por un programa integral de atención al niño asmático y sus cuidadores, podría reducir de forma significativa las visitas al hospital, así como su coste sanitario.
Una intervención educativa adecuada en niños con asma puede reducir en un 27% el riesgo de visitas a los servicios de urgencias y en un 21% la tasa de hospitalizaciones. Es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores del Royal Children's Hospital de Herston (Australia), encabezado por Michelle Boyd. El control y gestión de esta enfermedad registra costes muy elevados, aseguran los investigadores. Sin embargo, las evidencias del estudio sugieren que las hospitalizaciones podrían disminuir con una educación efectiva sobre esta enfermedad bronquial crónica y su manejo para padres y niños.
Esta educación incluye enseñar a los pacientes cómo controlar el flujo respiratorio y mostrar a los cuidadores la importancia de hacer cambios ambientales en el hogar como, por ejemplo, la eliminación de los disparadores del asma (polen y moho del exterior, los ácaros del polvo del hogar, la piel de gatos, perros y roedores y las plumas de pájaros). Dar respuesta rápida a los principales síntomas (respiración dificultosa, silbidos ocasionales en el pecho, opresión torácica o tos) antes de que se conviertan en una emergencia asmática es también esencial.
Educación en marcha
Para el trabajo, el grupo australiano realizó una revisión sistemática de ensayos clínicos (38 en total) sobre formación en asma para niños que habían concurrido a un servicio de urgencias por crisis asmáticas, con o sin hospitalización, en los 12 meses previos. La revisión incluyó un total de 7.843 niños. Los resultados del análisis muestran que, además de reducir las visitas a urgencias y el riesgo de hospitalizaciones, la educación proporciona una disminución de la necesidad de hacer visitas no programadas con el pediatra. La enseñanza debe ser suministrada, sobre todo, por el profesional de la salud, que realiza un tratamiento integral para cada niño. El proceso educativo ha de iniciarse en el mismo momento del diagnóstico. Para ello, probablemente, deberán superarse dificultades, como la falta de aceptación de la enfermedad por parte tanto del niño como de los padres, falsas expectativas de curación inmediata, el nivel social y cultural del afectado y de su familia u otros problemas emocionales.
El objetivo primordial de la instrucción es conseguir la máxima autonomía personal con la ayuda de la familia: ausencia de síntomas y crisis, lograr que el niño lleve una vida normal (incluido el deporte), mantener la función pulmonar dentro de los límites normales, prevenir la limitación crónica del flujo aéreo y evitar los efectos secundarios de la medicación usada en el asma y cuando sea posible eliminar la medicación.
Su manejo práctico debe ser indispensable en la consulta del pediatra si se tiene en cuenta que el asma es la causa más común de enfermedad crónica en niños. En concreto, los silbidos en el pecho en los primeros años de vida afectan a un tercio de la población infantil. Además, son los profesionales quienes deben proporcionar la información a los pacientes y sus familias.
Muy importante
Muchos médicos extrapolan el tratamiento de adultos a niños sin tener en cuenta que no responden de la misma manera. Sin embargo, es importante que esta patología sea tratada de forma específica por pediatras y especialistas en neumología infantil. Una terapia apropiada durante la infancia hará posible que el pronóstico de la enfermedad en muchos niños sea más favorable. Por el contrario, un tratamiento normalizado puede generar un gran impacto económico al no resultar efectivo.
Lic. Nuria Llavina R.
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